"Tocaba cambiar de chip. Ya estaba esperando en la antesala el embajador de Japón, que había solicitado una cita. "Es urgente", le había dicho a Marlene sin dar más pistas. Supuse que también sería una vista de cortesía. En los primeros meses tras la toma de posesión, a todos interesaba tomarle la medida a los altos cargos recién llegados.
Tras las reverencias de rigor, el embajador -una menudencia- tomó asiento en el borde del sillón con las rodillas juntas, lo que me hizo pensar que la visita sería corta. Craso error, era su costumbre..."
...En prueba de tan positiva voluntad, el embajador expresó la intención de su gobierno de poner a disposición de mi departamento un experto asociado, financiado por su país...-Bajo su dirección, Kobayashi-San no tardará en serle enormemente útil-concluyó dedicándome una reverenciosa sonrisa.
...Yo quería estar segura de que no me estaba intentando dar gato por liebre porque, a pesar de mi todavía corta experiencia internacional, había aprendido ya a desconfiar de los generosos apoyos ofrecidos a la Organización por el cuerpo diplomático...Finalmente, ante la premura de tiempo y la escasez endémica de personal capacitado en informática...tomé la decisión de aceptar la oferta de Japón..."
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